Una de
las frutas que más me gustan son las brevas, no solo por su sabor, su aroma, sus
pequeñas semillas, además me trae unos recuerdos muy bonitos de niña, de esos
que al evocarlos inmediatamente se me plasma una sonrisa tonta en la cara,
recuerdos de tiempos muy felices, tiempos infantiles cuando todo era tan fácil,
seguro y alegre.
Recuerdo
llegar la estación del verano, sin colegio; allí estábamos los 3 hermanos (y la
perra) de vacaciones, pero todavía en Dénia, volviendo locos a mis padres, a la
espera de ir a visitar a las abuelas al pueblo durante unas semanas. Muchos de
esos sábados de verano mi madre nos despertaba a mi hermana y mi para ir a
mercado, bien temprano, unas horas antes de que ella abriese la peluquería…
Así que íbamos
medio dormidas al mercado, ese mercado de abastos que estaba abierto, expuesto
a corrientes, al frio y al calor, no tenía puertas, ni ventanas, con sus canalillos
de agua bajo cada puesto, agua que cogían de la fuente central con 4 grifos. En
esa época los puestos todavía no tenían agua potable y todos iban con los cubos
a por agua, agua que luego corría por todo el mercado… y recuerdo que cuando no
me gustaba el puesto o la comida en la que estaba comprando mi madre, siempre
me entretenía haciendo barquitos con cualquier trozo de papel, hoja o similar y
los seguía hasta el desagüe.
Esas
mañanas de mercado mi alegría era plena al llegar a 2 puestos; uno el de las
pastas de té, galletitas de todos los formatos para la merienda del sábado y
domingo. Y el otro puesto de mis amores era la frutería: con esos melocotones,
albaricoques, sandias y esas preciosas brevas que me volvían loca de emoción.
A pesar
de ser una niña muy delgada siempre he sido una lima comiendo, sin freno, no me
importaba la hora que fuese, al verlas yo quería comerlas ya mismo… pero mis
padres siempre tenían algo para darme y así sofocar mi hambruna, ya fuese ofreciéndome
pasas, pepino, queso o “el coco del pan”.
Bueno, os
cuento esta historia ya que cuando tengo brevas o higos es muy difícil que
consiga hacer una receta con ellas, me siento y me las como sin más, y cuando
pienso que podría hacer una receta… ya no quedan.
Así que
en esta ocasión he decidido hacer primero la receta y luego comerme el resto de
una sentada, ja, ja.
2
cogollos de Lechuga
4 higos/brevas
2
medallones de Queso de cabra
2 tomates
cherry
2 huevos
duros
Aliño al
gusto.
Creo que hacer una ensalada es lo más sencillo del mundo, solo hay que pelar, lavar, cortar y repartir. Ya está esa es toda la complicación, muy fácil de preparar y sobre todo muy resultonas. Una ensalada bien completa puede ser un plato único, y en un menú la ensalada al ser el primer plato hace que puedas hacer un segundo más sencillo.
Lavamos y
troceamos los cogollos.
Lavamos y cortamos en 4 piezas los tomates, además desmenuzamos los dos medallones de queso.
Lavamos y cortamos en 4 piezas los tomates, además desmenuzamos los dos medallones de queso.
Pelamos y
laminamos las brevas. Pelamos y cortamos en 4 piezas los 2 huevos.
Ponemos
la lechuga y aliñamos al gusto, con aceite, vinagre y sal, pero tú puedes poner
el aliño que más te guste.
Encima
añadimos el tomate, las láminas de brevas, los trocitos de queso y los huevos
en los laterales.
Dejamos
reposar unos 15 minutos para todo se atempere y servimos con un vasito de Chacolí
o vino blanco.
¡Que
aproveche!
Besos y
abrazos.
Me he visto en ese mercado de Denia, qué bonitos recuerdos Eva. Menos mal que las brevas llegaron a la ensalada porque debe estar muy rica.
ResponderEliminarBesitos
Gracias Rosa,
ResponderEliminarLos buenos recuerdos de la infancia son los mejores.
Besos y abrazos